Antes de dejar los descubrimientos prehistóricos (es decir, los realizados antes de la aparición de la escritura), dejadme que mencione un cuarto descubrimiento cuya importancia ha sido minusvalorada a lo largo de la historia: el mecanismo que lleva a la reproducción del hombre.
A partir del momento en que el hombre tomó consciencia de sí mismo, seguramente debió preguntarse: “cómo ocurre la reproducción”? Lógicamente, al principio debió imaginar que el embarazo y el parto formaban parte de la algún tipo de magia, azar o designio divino que hinchaba la barriga de las damas y de ahí mágicamente aparecía la descendencia de la especie. Durante esa época, la mujer debía jugar un papel preponderante en la familia. De hecho, existe evidencia de que las primeras deidades eran femeninas (las primeras estatuillas encontradas por los arqueólogos corresponden a mujeres, muchas de ellas con las barrigas hinchadas) o estaban relacionadas con la fertilidad.
Durante esos miles de años, el hombre y la mujer cazaban, dormían, se tocaban, jugaban, realizaban actos sexuales y realizaban todo tipo de actividades y no había nada que indicara que el embarazo tenía nada que ver con la penetración. Pero supongo que a base de analizar la evidencia “estadística”, poco a poco fue quedando demostrado empíricamente de que la clave de la reproducción era la penetración y que por lo tanto, el encargado de realizar la magia no era ella sino él (quizá llegaron a la conclusión a base de ver que mujeres que estaban largos periodos sin realizar el acto sexual no podían hacer la magia de la reproducción). En ese momento, la historia del hombre, y sobre todo de la mujer, cambió para siempre: los dioses pasaron a ser masculinos, se empezó a adorar la masculinidad del acto sexual, incluso los “templos” religiosos adoptaron formas “fálicas” (fijaros, si no, en la forma de los menhires) y la mujer pasó a jugar un papel secundario dentro de la sociedad.
Hasta el siglo XVII no se descubren el óvulo y el espermatozoide de manera que a lo largo de los siglos se han mantenido diferentes teorías de cómo tenía lugar en realidad la fertilización. Cada una de las teorías tenía implicaciones para la mujer y para la sociedad. Por ejemplo, durante mucho tiempo se creyó que la mujer emitía algún tipo de semen necesario para la reproducción y que eso solamente ocurría con el orgasmo femenino. A partir de entonces, las normas sociales permitían (aunque siempre con el miedo que eso ha provocado a los hombres) el placer de la mujer en el acto sexual. A partir del siglo XVII, cuando se descubre que la ovulación femenina no tiene nada que ver con el placer sexual, la moral puritana y los valores victorianos se impusieron en Inglaterra, Estados Unidos y algunos países Europeos. Esos valores victorianos eran mucho más represivos y mucho menos tolerantes en la práctica que los que había impuesto la moral católica (que era muy severa sobre el papel, pero mucho más permisiva en la práctica) del momento. Nota: desconozco cuál es la teoría de la reproducción que sostienen las sociedades africanas que practican la ablación clitórica o mutilación del clítoris con el objetivo de eliminar el placer sexual femenino.
El cuarto descubrimiento importante de la historia es, pues, el que relaciona el sexo con la reproducción. La importancia de ese descubrimiento no es de carácter biológico, ni teórico, ni teológico. Es social: ha tenido una descomunal importancia porque ha determinado el papel de la mujer en la familia y en la sociedad durante miles de años.
Fuente: http://www.facebook.com/note.php?note_id=152098671344&ref=nf
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